La actuación de Maná será recordada en el futuro como uno de los conciertos más emblemáticos del festival en una velada intimista y romántica en la que los mexicanos abrieron su corazón para derrochar pasión aderezada con ese rock delicado que cautivó a 100.000 almas soñadoras.
La banda mexicana logró un hito en esta edición al mantener en vilo durante cerca de una hora al exigente público carioca, que en ocasiones se pierde con facilidad en la inmensidad de la Ciudad del Rock sin prestar la mínima atención al espectáculo.
Maná abrió fuego con «Lluvia al corazón», el primer sencillo de «Drama y luz», su último trabajo, sobre el que pasaron de puntillas para, quizá, garantizarse la gloria y evitar sorpresas desagradables.
Superado con notable éxito su entrada en escena, la banda comenzó un amplio recorrido por su discografía con «Oye mi amor», «Eres mi religión» y «Labios compartidos», que elevó la temperatura de la noche y dio rienda suelta a los deseos y la ternura.
Redacción (Agencias)