Diez años después de la muerte de George Harrison, la reedición de su música y la mirada de uno de sus fans más ilustres, el cineasta Martin Scorsese, han liberado al Beatle más enigmático de la alargada sombra de John Lennon y Paul McCartney. Harrison falleció de cáncer a los 58 años el 29 de noviembre de 1991 en un hospital de Los Angeles. Su larga enfermedad le permitió cumplir su objetivo de preparar a conciencia «el momento en el que debía abandonar su cuerpo», según ha contado su viuda, la mejicana Olivia Trinidad Arias, en el documental recientemente estrenado por Scorsese, Living in the Material World.
En la biografía más reciente del cuarteto de Liverpool, el ingeniero de sonido Geoff Emerick, ha reconocido que nunca tuvo «buena química» con Harrison, pero ha destacado que el guitarrista mantuvo una trayectoria artística ascendente que le llevó a componer obras maestras del período final de los Beatles como Something y Here Comes the Sun.
También en los últimos tiempos el productor artístico George Martin ha reconocido que lamenta no haber prestado más atención a las composiciones del guitarrista, que fue acumulando material a la espera de poder colar sus temas entre los que llevaban la firma de Lennon-McCartney. Harrison se vengó de este anonimato creativo tras la disolución del grupo, cuando dio rienda suelta a toda su creatividad en All Thing Must Pass (1970), el monumental triple LP que ha sido considerado como la mejor obra de un Beatle en solitario. Un año después de su publicación, promovió en Nueva York el primer macroconcierto benéfico de la historia en favor de las víctimas de las inundaciones en Bangladesh, un evento que reunió a estrellas como Eric Clapton, Bob Dylan y su antiguo compañero Ringo Starr.
Sus problemas con la cocaína y su carácter mujeriego han sido revelados ahora de manera sutil por Scorsese, quien le ha mostrado además como un catalizador artístico capaz de reunir a su alrededor, en los años ochenta, a Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lynne, en un quinteto de ensueño llamado Travelling Wilburys.
Irene Belmonte (Redacción)