La trombosis venosa profunda, más conocida como síndrome de la clase turista, está aumentando debido a que cada vez se viaja más en avión, sobre todo en puentes o periodos de vacaciones, como la Navidad, lo hacen personas cada vez más mayores, según advierte el cirujano vascular del Hospital UPS Santa Teresa, Alejandro Moro.
El síndrome de la clase turista, bautizado así por el llamativo caso que se dio en un paciente tras un viaje prolongado en avión, es la propensión a sufrir una enfermedad vascular tras realizar un viaje de más de cuatro horas, en avión, en coche o en autobús.
Los factores que lo originan son la inmovilidad prolongada, que eleva el riesgo de que la sangre se estanque; el hacinamiento; la deshidratación, ya que al sudar la sangre se coagula con más facilidad, y los cambios en la presión atmosférica.
Este síndrome tiene fácil tratamiento. La dificultad radica en su diagnóstico, ya que el problema «no siempre da la cara al término del viaje, sino que aparece días después y el paciente puede no relacionarlo o confundirlo con un hormigueo incómodo en las piernas por el viaje, pues 1 de cada cinco personas que realiza viajes largos puede sufrir hormigueos en las piernas que no causan más problemas», dice.
Para evitarlo es clave la prevención. Se puede lograr con medidas sencillas, como parar un rato cada dos horas, si se viaja por carretera; hacer ejercicios con las piernas, si se va en avión, como subir las rodillas con la espalda apoyada en el respaldo, o realizar inspiraciones profundas, que acelera la circulación.
Redacción (Agencias) / Silvia Barradas