Madonna ha desafiado a las autoridades rusas al salir en defensa de los homosexuales durante un concierto en San Petersburgo, la ciudad natal del presidente ruso, Vladímir Putin.
«Queremos luchar por el derecho a ser libres. He viajado mucho por el mundo y veo que la gente es cada vez más intolerante, pero podemos cambiar esto. Tenemos la fuerza para ello», proclamó la cantante estadounidense en el pabellón Peterburgski de la antigua capital imperial.
Madonna, que ya escandalizó a sus detractores al pedir el martes en su actuación en Moscú la libertad del grupo punk ruso Pussy Riot, que es juzgado por cantar contra Putin en una catedral, aseguró que «el amor» es lo único que puede cambiar el mundo.
Muchos de los miles de asistentes al concierto, entre los que se repartieron las pulseras rojas en señal de apoyo a las minorías sexuales en Rusia, a los que las autoridades prohíben celebrar marchas de orgullo gay, levantaron los brazos al unísono.
Las organizaciones homosexuales han criticado la ley al considerar que supone una violación de la libertad de expresión y que servirá de pretexto para seguir prohibiendo las marchas de orgullo gay. A pesar de todo, algunos activistas homosexuales protestaron hoy contra la diva del pop, a la que tacharon de «hipócrita» por utilizar la defensa de los derechos de las minorías sexuales para hacer negocio con su música.
Madonna ya protagonizó un gran escándalo la primera vez que actuó en tierras rusas en 2006 en el marco de su gira mundial «Confessions», debido a las críticas vertidas por los integristas ortodoxos contra la diva del pop. El momento en el que la cantante aparecía colgada de una cruz con una corona de espinas en la cabeza es el que más escandalizó a los fieles ortodoxos rusos, que pidieron al Patriarca ortodoxo que excomulgara a los organizadores.
Redacción (Agencia)