Buñuelos de gin-tonic, de vermut o de cerveza conviven estos días con las clásicas propuestas dulces de Todos los Santos, entre las que se cuela cada vez más la celebración anglosajona de Halloween, con postres «terroríficos» en los que no faltan los fantasmas ni las brujas.
La fiesta de los Santos inaugura la temporada fuerte de la pastelería, que empieza a vestir sus escaparates de largo con un equilibrio entre lo tradicional y las nuevas tendencias gastronómicas.
Uno de los más innovadores es el repostero José Fernández (Nunos, Madrid), que cada año crea una nueva colección de buñuelos… Uno de vermut, con aceituna incluida; de cerveza, con crema de cacahuete; de gin-tonic, relleno de tónica macerada en enebro y ralladura de naranja y con una pipeta de ginebra para quien quiera «alcoholizar» el relleno a su gusto… La sorpresa -o el disgusto- está asegurada para los paladares más conservadores.
Eso sí, «los tradicionales son los que más se venden» -remarca Fernández- «y no porque la tradición sea cosa de mayores, sino porque gustan también a los jóvenes».
En Madrid el buñuelo de viento representa un 80 % de las ventas totales de dulces en estas fechas, pero también se venden los Huesos de Santo, hechos a base de mazapán y rellenos de batata, cabello de ángel, crema o chocolate, y los panellets, unos dulces tradicionales de Cataluña que cada vez ganan más adeptos en otras regiones.
Solo en Cataluña, el gremio de pasteleros prevé que se vendan 850.000 kilos de panellets. Los más comunes: los de piñones, almendra y coco.
Eso sí, la puesta en escena de las pastelerías españolas tiene cada vez más sello anglosajón, porque Halloween aterriza, un año más, con calabazas dulces, tartas en forma de ataúd o fantasmas y dedos ensangrentados con sabor a chocolate.
Una propuesta que se completa con calaveras comestibles, con mensajes personalizados, tradicionales de la celebración del día de los muertos en México.
Redacción (Agencias)