David Castro llevaba toda la vida trabajando como informático hasta que un día decidió cambiar de profesión y dedicarse a una de sus pasiones, la cerveza, lo que le ha llevado en sólo cuatro años a conseguir premios internacionales por sus productos artesanales, hechos con ingredientes de Madrid.
«Soy el cervecero de Cervezas La Cibeles. El que la hace y el que se la bebe», comenta entre risas como tarjeta de presentación.
David creó la fábrica de cerveza artesanal La Cibeles en el año 2010, ya que en el mundo de la informática «no veía futuro a partir de los 50 años». «Con 50 eres fruto de fusiones, adquisiciones, y te ves en la calle con tus hijos empezando en la universidad. Me planteé dónde invertir mi tiempo, mi esfuerzo y mi dinero y quería hacer algo que multiplicase su valor», relata el creador de La Cibeles.
Superados los 40, este emprendedor argumenta que la tecnología y la informática se va tirando y reciclando «cada año», mientras que la cerveza -«si la haces buena», recalca- se va «revalorizando». Y desvela el curioso modo con el que empezó en el mundo de la cerveza: «Haciéndola en casa, quitándole la olla del cocido a mi madre. Así fui aprendiendo, como el que hace una buena paella o se dedica a pintar».
Así decidió montar una fábrica de cerveza artesanal cuando no había ninguna con capital español dentro de la Comunidad de Madrid, que cuatro años después ha pasado a ser una pequeña empresa con seis empleados de Leganés y crecer poco a poco en espacio y calidad de producción.
Una calidad que ha sido reconocida internacionalmente: en el último Campeonato Asiático de Cerveza, celebrado en Yokohama y «considerado como el tercer certamen más importante del mundo», cuenta Castro, logró dos medallas: una de plata para La Cibeles «Stout» -una cerveza oscura originaria del Reino Unido- y otra de bronce para La Cibeles «Trigo».
Estos reconocimientos han permitido a Cervezas La Cibeles exportar sus productos a EE.UU., Suecia, Finlandia, Japón y Nueva Zelanda, aunque la ambición de David es mantener una empresa pequeña y, sobre todo, «cuidar el mercado de Madrid».
No en vano, los ingredientes que utilizan son en su mayoría madrileños, desde el agua del Canal de Isabel II como base de la bebida a las frutas de madroños, «como no podía ser de otra forma siendo de Madrid».
Redacción (EFE)