Decenas de miles de rusos se zambullen hoy en las gélidas aguas de lagos y ríos por todo el país con la esperanza de expiar sus pecados, curar enfermedades o simplemente demostrar su valentía con ocasión de la Festividad del Bautismo de Cristo.
Tan sólo en la capital rusa, unos 70.000 valientes tomaron parte en la fiesta haciendo cola para bañarse en una de las tres grandes pilas bautismales colocadas en esa céntrica plaza de la Revolución, acomodada con vestuarios, alfombras y puestos de té caliente para reconfortarse después del baño.
Los popes bendijeron desde la madrugada con crucifijos de plata miles de pozas, estanques, ríos e incluso agujeros abiertos en el mar para que los rusos puedan cumplir con esa sagrada costumbre desde Moscú hasta la península de Kamchatka, en el Extremo Oriente.
Muchos valientes se zambullen al aire libre en pleno invierno no por fe religiosa, sino porque creen firmemente en que esa clase de baños alivia y previene los catarros, enfermedades coronarias, infartos y derrames cerebrales.
Algunos médicos dan fe a la creencia popular de que los baños en aguas heladas fortalecen la salud: el cuerpo, aseguran, activa todos sus mecanismos de defensa al someterse a un ambiente hostil y como resultado vence algunas dolencias.
Redacción (Agencias)
Imagen: RTVE