Al comer se concentra una gran cantidad de sangre en el estómago, lo que disminuye el riego sanguíneo al cerebro y aumentan las ganas de dormir, es decir, de echarse una siesta. Una costumbre que es saludable siempre y cuando la persona esté cansada, lo necesite y duerma un tiempo determinado.
Los expertos aseguran que para despertarse bien de la siesta hay que dormir un máximo de 30 minutos. Para una recarga rápida de energía es suficiente con 10 o 20 minutos, mientras que para mejorar la capacidad cerebral son necesarios unos 60 minutos y 90 para aumentar la creatividad.
Este hábito mejora el rendimiento y la digestión, disminuye el riesgo de padecer infartos, mejora el bienestar global, baja la hipertensión arterial y el estrés, y favorece el mantenimiento de las funciones cognitivas.
Redacción (Agencias)