Disney-Pixar, como máximo exponente de la animación infantil, ha sido objeto de críticas al no mostrar una realidad plural de las diferentes clases sociales, algo que repercute en la percepción que tienen los más pequeños de su entorno socioeconómico.
Un estudio de la Universidad de Duke ha analizado 100 películas calificadas para todos los públicos en las que la clase social del protagonista era importante. El estudio ha revelado que la mayoría pertenecen a clases altas o medias-altas. El 30% de estos personajes son de clases altas, como Jasmine en Aladdin, mientras que una cuarta parte de las películas analizadas sus protagonistas eran de clase media-alta.
Por el contrario, tan sólo un 4% de los protagonistas se clasifican como pobres, algo que contrasta con la realidad estadounidense, ya que el 25% de los niños de este país viven en la pobreza.
Otro punto controvertido del estudio es el que analiza la representación de la clase trabajadora. Un ejemplo serían los siete enanitos de Blancanieves o los sirvientes de La Bella y la Bestia, que siempre aparecen alegres y joviales. Sólo el 16% de estos personajes se han mostrado abiertamente preocupados por su salario.
Redacción (Agencias)