Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada y la Pontificia Universidad Católica de Argentina y que ha sido publicado en la revista «Food Quality and Preference», los estados psicológicos modifican el sabor de los alimentos y provocan que la comida sepa más o menos amarga, dulce o ácida.
Los expertos han analizado a 59 adultos, unos que solían consumir productos amargos y otros que no. Todos ellos, tuvieron que saborear muestras de alimentos amargos bajo diferentes estados motivacionales.
Según los resultados el estrés reduce la aversión al sabor amargo del café, mientras que la preocupación por el peso corporal provoca un mayor rechazo al sabor del chocolate.
(Redacción Agencias)