«Edge«, un enorme balcón suspendido a 345 metros de altura sobre Manhattan, ha abierto sus puertas con la aspiración de convertirse en la nueva panorámica imprescindible de Nueva York.
La carta de presentación de este nuevo mirador es clara: se trata del observatorio al aire libre más alto del continente americano. Pero más allá de eso, lo que «Edge» promete es una experiencia única para sus visitantes.
«Aquí tienes la sensación de estar realmente flotando separado del edificio. Es una experiencia muy diferente», explica a Efe Jason Horkin, el director ejecutivo de Hudson Yards Experiences, la firma detrás del proyecto.
Esa sensación se consigue gracias a un gran balcón con forma triangular que se separa hasta unos 25 metros del edificio y que está rodeado de paredes de cristal colocadas en un ligero ángulo que permite asomarse hacia el vacío.
El mirador incluye también una zona con suelo de cristal sobre la que se puede pasear mientras, muchos metros por debajo, fluye el tráfico y continúan las obras que aún dominan el área de Hudson Yards.
Esa ubicación, un poco apartada del corazón de Manhattan, ofrece una panorámica única, desde la que puede disfrutarse una imagen distinta a la habitual de los rascacielos más conocidos de la ciudad y vistas sin obstáculos de la bahía, el World Trade Center o la vecina Nueva Jersey.
Redacción (EFE)