Han pasado 40 años desde que Pac-Man, el personaje de videojuegos probablemente más reconocible del mundo, debutara ante un público que cayó rendido ante su sencillez.
Aunque el lanzamiento oficial del juego en salas recreativas de Japón fue en julio de 1980, sus creadores consideran que el 22 de mayo es el nacimiento de Pac-Man («paku» en japonés, la onomatopeya usada en ese idioma para describir la acción de «dar un bocado») porque fue cuando se instaló la primera máquina en el popular barrio tokiota de Shibuya.
La dinámica del juego era extremadamente sencilla: ponerse a los mandos de Pac-Man para comerse todos los puntos, frutas y objetos distribuidos por un laberinto mientras escapas de cuatro coloridos fantasmas, a los que es posible devorar para aumentar la puntuación.
El juego buscaba atraer al mayor público posible (mujeres, niños, parejas) a los centros de salas recreativas, mayoritariamente frecuentados por hombres y repletos de títulos de acción. La productora del juego, la compañía Namco, no se mostró especialmente entusiasta, ni la crítica. Pero el juego conquistó al público general, especialmente en los Estados Unidos.
Pac-Man vendió más de 100.000 máquinas en EE.UU. en un año. El título llegaría a ostentar el récord Guinness a juego arcade de monedas más exitoso, con cerca de 300.000 máquinas vendidas entre 1980 y 1987, y revolucionaría la industria.
Se estima que hasta los años 90 Pac-Man generó unos beneficios de 2.500 millones de dólares (2.300 millones de euros).
Cuatro décadas después de su aparición, Pac-Man sigue vigente en consolas. El juego tiene decenas de versiones y más de una veintena de títulos propios de la franquicia: desde «Ms. Pac-Man», publicado en 1981 por la estadounidense Midway y en el que la protagonista era una mujer con lazo, hasta el más reciente «Pac-Man 256».
Redacción (EFE)