Las tecnologías actuales y los controles legales y sanitarios internacionales no permitirían introducir un chip en las futuras vacunas contra la COVID-19, pese a los mensajes difundidos en redes sociales y otros medios que denuncian esta operación como un plan en marcha para el control de la población.
La carrera por desarrollar una vacuna contra el coronavirus, que implica a centros de investigación, laboratorios, organizaciones e instituciones de numerosos países, ha dado pie a diversos mensajes y declaraciones públicas que advierten sobre el supuesto objetivo oculto de implantar en las vacunas un microchip que manipule a la población mundial con fines políticos y económicos.
Así, mensajes que se han hecho virales en Facebook y Twitter los últimos días alertan sobre la introducción en las futuras vacunas de un chip con nanotecnología de ADN «que puede controlar la actividad cerebral, el sistema nervioso y el sistema endocrino». ¿Con qué objetivo? En líneas generales, garantizar la sumisión de todos los vacunados a un nuevo orden político y económico.
Entre los nombres que los defensores de esta teoría suelen citar como impulsores o cómplices del ambicioso plan de control de la población a través de las vacunas destacan el multimillonario George Soros y, especialmente, el empresario y filántopo Bill Gates, cofundador de Microsoft.
Redacción (Agencias).