Con 3,5 metros de longitud y hasta 500 kilos de peso, el Ursus spelaeus duplicaba el tamaño y altura de los actuales osos pardos, herederos de su linaje. Una bestia que se batió con los homínidos por las mejores cuevas…y que podría haber sido caníbal. Así consta en un artículo científico publicado en la revista Quaternary Science Review y en el que han participado investigadores del CENIEH, Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), la Universidad Rovira i Virgili (URV), la Universidad de Alcalá y la Universidad Complutense de Madrid.
El equipo de investigadores se ha centrado en una modificación que se repite en muchos de los huesos de los úrsidos. Se trata de una factura denominada como peeling, atribuida a humanos y otros primates como los chimpancés. «Este tipo de modificación suele dejar los bordes de los huesos completamente deshilachados, muy parecido a cómo quedan las ramas de un árbol tras romperse. Suele producirse tras presionar las carcasas torácicas, lo que incurre en la rotura de costillas«, comenta Ruth Blasco, trabajadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
En un principio, los expertos pensaron que eran obra de grupos de neandertales que vivían en la zona. Un estudio de campo apunta hacia los propios osos de las cavernas.
Fotografía · Teorema Ambiental (editada)