Espresso, latte o descafeinado… la diferencia va mucho más allá del sabor y de la preferencia individual. Un grupo de investigadores de la Universidad de Australia del Sur han observado que la genética regula activamente la cantidad de café que bebemos y el tipo por el que optamos, una información que habla mucho más de nuestra salir cardiovascular de lo que a priori podríamos pensar.
En concreto, la investigación ha revelado que las personas con presión arterial alta, angina de pecho y arritmia beben menos café, optan por el descafeinado o evitar el café por completo en comparación con aquellos sin tales síntomas.
«La gente bebe café por todo tipo de razones: como un estímulo cuando se sienten cansadas, porque sabe bien o simplemente porque es parte de su rutina diaria. Pero lo que no reconocemos es que las personas subconscientemente autorregulan los niveles seguros de cafeína en función de qué tan alta es su presión arterial, y esto probablemente sea el resultado de un mecanismo genético protector», advierten los expertos del estudio para el que se han empleado a más de 304.000 personas de Australia.
Los resultados ponen en evidencia que la genética regula activamente la cantidad de café que bebemos, de forma que «nos protege» de consumir demasiado.