Manolo García se define como «un escéptico participativo», un irredento al desánimo a pesar de situaciones como la pandemia, la avaricia que condena a una parte de la sociedad mientras otra se lucra o las guerras, cosas que no entiende y que explican el título de uno de los dos discos que publica esta semana.
En «Mi vida en Marte», que llega este viernes de la mano de «Desatinos desplumados», refleja ese desconcierto y constituye un intento de aportar su granito de arena como hacedor de canciones.
Su octavo de disco de estudio aparece ilustrado por una imagen de un helicóptero, trabajada a partir de una fotografía que él mismo hizo durante una manifestación en Barcelona cuando aún no había comenzado la invasión de Ucrania, de ahí que precise: «¡Que no se confunda con iconografía bélica, que yo soy pacifista!».
El nombre del álbum, explica, lo sacó de una noticia en la que se hablaba, no sabe si en broma o en serio, de un proyecto para empezar a edificar en el planeta rojo.
Comenzó a escribir «Mi vida en Marte» en su última gira acústica, en 2019, y ya metidos en pandemia, «en esos meses de incertidumbre y miedo», trabajar en su música le proporcionó solaz, magia.
Reflexionando sobre la naturaleza humana se llega a canciones como «Reguero de mentiras», la primera vez en toda su carrera y «300 y pico canciones» en las que se atreve con un ritmo de blues.
Por las circunstancias y restricciones sanitarias, parte de «Mi vida en Marte» se grabó con una banda americana a distancia, ellos en Nueva York y García en un estudio de Pozuelo de Alarcón (Madrid). «Eso no me gustó mucho. No es lo mismo. La vida real mola más que los aparatitos», confiesa.
Redacción (Agencias)