La exposición a la luz solar estimula la ingesta de alimentos y el aumento de peso en los hombres debido a una hormona que segrega la piel, pero no pasa igual en las mujeres porque su acción se ve bloqueada por la progesterona.
Un estudio que publica Nature Metabolism indica que los hombres aumentan su consumo de alimentos durante el verano, cuando la radiación solar es máxima, según datos analizados de unas 3.000 personas en Israel durante tres años.
La investigación liderada por la Universidad de Tel Aviv recuerda que la necesidad de consumir alimentos está controlada principalmente por la comunicación entre los tejidos periféricos y el cerebro.
Las hormonas que se liberan desde órganos como el intestino, el tejido adiposo y el hígado llegan a regiones cerebrales específicas, como el hipotálamo, que dicta la necesidad de comer o parar, según la cantidad de energía disponible en el cuerpo.
La exposición solar induce el comportamiento de búsqueda de alimentos e ingesta de los mismos en los hombres, una conclusión que fue respaldada por estudios que hicieron también en ratones machos.
Tanto en los ratones como en los hombres, el aumento del apetito se correlaciona con niveles elevados de grelina circulante, la llamada hormona del hambre, que segregan las células grasas de la piel.
Los autores concluyen que este trabajo identifica la grasa de la piel como un posible mediador del comportamiento alimentario a través de la exposición a la luz solar, añadiendo potencialmente un nuevo subtipo de tejido graso a la ecuación del balance energético.
Además, señalan a la piel como un importante mediador de la homeostasis (equilibrio interno en el cuerpo) energética y puede dar lugar a oportunidades terapéuticas para los tratamientos basados en el sexo de las enfermedades relacionadas con el sistema endocrino.
Redacción (Agencias)