La cepa del virus que está detrás del herpes facial y labial tal y como lo conocemos surgió hace unos 5.000 años y, según un nuevo estudio, la posterior expansión de esta infección en Europa pudo coincidir con la llegada de una práctica cultural nueva importada de Oriente, los besos románticos y sexuales.
El herpes facial se esconde en su huésped de por vida y solo se transmite por contacto directo, por lo que las mutaciones se producen lentamente a lo largo de siglos y milenios. Los resultados de la investigación lograron, primero, descubrir genomas antiguos del virus del herpes (VHS 1) y, después, secuenciarlos por primera vez. Sin embargo, a pesar de su prevalencia actual, los ejemplos antiguos de VHS-1 fueron sorprendentemente difíciles de encontrar.
Los investigadores señalan que el primer registro conocido de besos es un manuscrito de la Edad de Bronce del sur de Asia, que sugiere que la costumbre, que distaba de ser universal en las culturas humanas, pudo haber viajado hacia el oeste con las migraciones a Europa desde Eurasia. De hecho, siglos más tarde, el emperador romano Tiberio intentó prohibir los besos en los actos oficiales para evitar la propagación de enfermedades, un decreto que podría estar relacionado con el herpes.
Redacción (Agencias).