Cuando se han comido grasas existe el deseo de consumir más y los científicos han descubierto, en un estudio en ratones, que hay un mecanismo que une intestino y cerebro responsable de este comportamiento. Estos hallazgos podrían conducir en un futuro a tratamientos o medidas para ayudar a tratar la obesidad y los trastornos asociados.
El equipo realizó una serie de experimentos con ratones para probar su hipótesis de que la preferencia por la grasa se produce tras la ingestión de alimentos ricos en ella. Así, ofrecieron a los roedores dos botellas, una con edulcorante artificial y otra con grasa, y comprobaron que ambas opciones eran igual de atractivas al principio, pero la segunda era la clara favorita 48 horas después.
El equipo descubrió que la detección de la grasa se produce mediante una serie de pasos: al entrar en el intestino, la grasa se une a unos receptores especiales que transmiten señales a las neuronas a través del eje intestino-cerebro y activan las neuronas del tronco cerebral. El resultado final es que el resto del cerebro recibe el mensaje de que ha consumido grasa y se siente bien.
Redacción (Agencias).