Agua, aire y suelo son los componentes ambientales en los que se sustenta la vida y sobre los que el ser humano parecer estar empeñado en ejercer presión, con “decisiones políticas, sociales y comerciales que favorecen la crisis climática y sanitaria”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que casi un cuarto de las muertes anuales puede atribuirse a factores medioambientales, como la contaminación del aire, el deficiente saneamiento e higiene del agua y la escasez del recurso, o las prácticas agrícolas, entre otros, que ponen en riesgo la salud de las personas.
«La prepotencia ha hecho al ser humano creer que es la parte más importante de la naturaleza, tanto que ha intentado cambiar todo lo que consideraba que esta hacía mal para adaptarla a sus propios ritmos, cuando es al contrario» ha aseverado Pilar Galindo, portavoz de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE).
Se trata de trabajar «en favor y equilibrio» de la naturaleza, persiguiendo la transición hacia una justicia alimentaria agroecológica, con productos de cercanía y temporada y procurando precios justos para agricultores y asequibles para consumidores.
Sin embargo, ha lamentado que «no será posible» avanzar si no se actúa, en primer lugar, desde la educación y desde los gobiernos, que deben incluir en sus políticas agrarias un plan estratégico de producción ecológica, algo que España no ha hecho por el momento, pese a la reciente reforma de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea.
El agua, por su parte, es esencial para la vida de seres vivos y ecosistemas, y, sin embargo, es un recurso limitado y desigual, ha explicado el técnico de políticas del programa de Agua de WWF España, Rafael Sáiz.
En la actualidad, muchas partes del mundo no tienen acceso a agua limpia y saneamiento por la contaminación industrial, los vertidos en las aguas y la falta de infraestructuras básicas de depuración y potabilización, lo que impide hacer efectivo el derecho humano de acceso al agua reconocido como sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
Por otro lado, no solo tenemos importantes sequías a causa del cambio climático, sino que también existe un desequilibrio entre lo que «tenemos disponible para ofertar» y la demanda que estamos haciendo, lo que implica la sobreexplotación de acuíferos, ríos, embalses… que está «agotando nuestras reservas», ha lamentado.
Romper con la desigualdad económica, asegurar una inversión eficaz, establecer programas de protección y recuperación y, en definitiva, cambiar nuestro uso y relación con el agua, son algunas de las soluciones «urgentes» que el experto ha planteado para garantizar la salud ambiental de los ecosistemas acuáticos.
La calidad del aire se considera otro de los “grandes retos” sanitarios mundiales por ser un riesgo medioambiental para la salud física y psíquica de las personas, causante de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y del sistema nervioso, y el desarrollo del cerebro, entre otras muchas.
Según datos de la ONU, nueve de cada diez personas del planeta respiran aire contaminado y siete millones mueren anualmente por este motivo, diez mil de ellas en España, asevera un estudio publicado este mes por el grupo empresarial Aire Limpio.
Redacción (EFE)