Este año hay títulos como «In», «El fuego» o «Hierba» que no pueden faltar en una selección de los doce mejores cómics nacionales e internacionales publicados en España en 2022.
«In» (Norma) es una magistral reflexión gráfica que el británico Will McPhail realiza desde el humor acerca de los «bloqueos» humanos para expresarse y mostrarse como uno es, incluso con aquellos que se sienten más cerca. Habla también de la tendencia, posterior, al lamento, cuando esos mismos seres tan próximos desaparecen y se llevan consigo secretos y anhelos.
Otro aislamiento, mucho más convulso interiormente, eso sí, es el de los protagonistas de «Chacales» (Sapristi), de la barcelonesa Nadia Hafid, que se sirve de un reconocible estilo, contenido y sintético, para dar forma -casi geométrica- a tres historias de protagonistas diferentes, pero conectados por el llamado trastorno intermitente explosivo: ataques de ira y rabia que son incapaces de dominar.
El sueño de la pandemia produce monstruos… u obras delirantes tipo «Zona Crítica» (Fulgencio Pimentel), historieta gestada como webcómic por el australiano Simon Hanselmann, en una «Iliada doméstica» nacida del confinamiento, que este autor, fan de lo escatológico y lo irreverente, fue publicando en redes y convirtió luego en una bomba gráfica, formato libro, sobre la crispación social y la histeria conspiranoica provocada por la covid.
Publicada en Corea en 2017, «Hierba» (Reservoir Books) de Keum Suk Gendry-Kim, es una de las «falsas sorpresas» editoriales del año -ya en su sexta edición- falsa, porque este retrato real demoledor de una mujer utilizada como esclava sexual durante la ocupación japonesa, que narró ella misma a la autora, venía avalada por un sinfín de premios y loas ditirámbicas.
El horror de los abusos sexuales es también el eje de «Chartwell Manor» (La Cúpula), la novela gráfica de Glenn Head en la que este dibujante cuenta, cincuenta años después de que ocurrieran, los abusos que él y sus compañeros de clase sufrieron a manos de un depredador en serie en un internado masculino de los años setenta, un diario que muestra su caída al abismo por el vacío y la incomprensión de su entorno familiar, que miró hacia otro lado.
Otra de las historias que encierran verdades como puños ha sido la que José-Louis Bocquet y Catel Muller han abordado en «Josephine Baker» (Salamandra Graphic), la biografía de esta artista que no sólo rompió barreras y fronteras en el mundo del espectáculo, sino que también fue una luchadora por los derechos humanos.
De Francia a la Badalona de los años 90, el lugar donde se desarrolla «Baños Pleamar» (Astiberri), el nombre también del chiringuito donde pasó su infancia y el centro neurálgico de este relato universal de lo que es la vida, de esas pequeñas cosas que con el tiempo se convierten en recuerdos a los que acudir para sacar una sonrisa a tu mente.
Diversión, pero también altas dosis de contenido sexual e irreverencia es lo que contiene «Dog Biscuits» de Álex Graham (Fulgecio Pimentel).
Son unas viñetas salvajes llenas de sexo, drogas y corrupción policial que fueron creadas durante el confinamiento y que narran la vida de Gussy, un personaje antropomórfico que lucha por mantener a flote su boutique de galletas para perros mientras una pandemia hace estragos. Al mismo tiempo, lidia con los sentimientos que surgen hacia su empleada, Rosie, con la que acaba teniendo una relación que hará subir el tono de las viñetas.
Y terminar con esta lista con «El fuego» de David Rubín (Astiberri) es no errar, porque se trata de una suerte de catedral gótica de viñetas llena de reflexiones y críticas que escarban en lo más profundo de la condición humana y que muestran a un autor comprometido y dolido con la sociedad actual.
Redacción (Agencias)