Para la gran mayoría, el momento de distinguir la derecha de la izquierda es algo tan rutinario y sencillo como diferencias arriba de abajo. Pero esto se vuelve tarea complicada para una minoría significativa, cerca de una de cada seis personas. Incluso para quienes no tienen mayor dificultad, el entorno (como la distracción o el ruido ambiental) puede causar que tengan alguna duda o se confundan puntualmente.
La distinción entre izquierda-derecha es en realidad un proceso bastante complejo, que requiere memoria, lenguaje, procesamiento visual y espacial y rotación mental. Si bien es cierto, un gran número de personas utiliza una serie de estrategias para poder diferenciar entre ambas posiciones como, por ejemplo, fijarse en los abalorios que tienen en cada una de las manos o en una en concreto para tenerlo como referencia espacial. Otro truco que se les enseña a los niños es recordar la mano con la que escriben, algo que tendrían ya interiorizado.
Redacción (Agencias).