Las ventajas que ofrece el metal en la fabricación de envases y cierres, tanto por sus excelentes propiedades como por su menor impacto medioambiental, lo sitúan en una posición privilegiada como el material del futuro
La sociedad está cada vez más comprometida en hacer un consumo responsable y que sus acciones tengan el menor impacto posible en el planeta. Por eso, cada vez se preocupan más por los desechos que generan y su impacto en el planeta.
El metal es el gran desconocido en materia de reciclaje y, en cuanto a la fabricación de envases y cierres, desbanca a otros materiales al mantener todas sus propiedades a lo largo de la cadena de reciclado. Es decir, es un material infinitamente reciclable y es muy probable que en el futuro vuelva a tener una vida útil.
Aunque la tasa conjunta de envases de acero y aluminio reciclado en España ya alcanza el 86,4% -por delante incluso del vidrio (79,8%)- es importante conocer los beneficios de depositar estos envases en el contenedor de reciclaje que corresponde, el amarillo.
Un supermaterial casi perfecto
Una de las ventajas medioambientales de los envases y cierres metálicos es que su producción no agota los recursos del planeta, ya que las materias primas con las que se fabrican existen en abundancia. El aluminio y el acero son, respectivamente, el tercer y cuarto elemento con más presencia en la litosfera, tras el oxígeno y el silicio.
Pero además de esto, son elementos 100% reciclables y una solución que impulsa la economía circular y garantiza la transición ecológica en la situación de emergencia climática actual. El metal se transforma una y otra vez, hasta infinitas veces en la cadena de reciclado, lo que constituye un círculo “virtuoso” para cuidar del medioambiente. Como consecuencia, este material supone un referente en cuanto a ahorro de energía y reducción de emisiones de CO2 derivado de la extracción de nuevas materias primas.
Los envases -latas, aerosoles, envases industriales como el de pintura o envases decorativos como una caja metálica de galletas- y cierres metálicos –chapas, tapas o el precinto metálico del vino- son considerados los más seguros e inocuos por sus características: son irrompibles, soportan temperaturas y presiones extremas, ofrecen una barrera total frente a la luz y el oxígeno y no necesitan refrigeración, por lo que resultan perfectos para conservar en un estado óptimo los productos que contienen, manteniendo los alimentos frescos y preservando sus nutrientes hasta 5 años.
Tal y como informan desde la Asociación Metalgráfica Española (AME), “por su versatilidad, maleabilidad, homogeneidad y su reciclabilidad, el metal podría ser considerado un supermaterial que permite revolucionar los procesos industriales; una auténtica caja fuerte que aporta eficiencia a la cadena de suministro, eliminando el riesgo de rotura y pérdida del contenido; y una solución fácil y cómoda para el consumidor final”. Por eso, es posible encontrar tantos envases metálicos como elementos a envasar -alimentos, bebidas, industriales, aerosoles- y tantos tipos de cierres como envases.
Su packaging ofrece excelentes oportunidades en el campo del diseño, un sector en el que la industria metalgráfica está innovando diariamente como, por ejemplo, incorporando tintas que sirven para certificar la autenticidad de una determinada marca y evitar así posibles falsificaciones en sectores como la belleza o la cosmética.
Aumento de la demanda de envases metálicos
La sociedad reclama materiales verdaderamente útiles y reciclables; que el metal cumpla estos dos requisitos está consiguiendo cambiar el mercado de los envases y cierres y las marcas apuestan cada vez más por ellos, haciendo llegar estos objetos a la vida de cualquier persona.
Si analizamos la industria metalgráfica española vemos que, además de su papel en la transición ecológica, es un sector con un impacto muy positivo en la actividad económica del país. El 21% de la producción total se exporta -el 90% a países europeos-, situando a España entre las cuatro mayores potencias del sector dentro del marco europeo, con un alto nivel de preparación tecnológica y con una excelente industria auxiliar con tecnología propia.
En busca de la excelencia
Consciente de los retos que presentan las sociedades modernas, el sector sigue innovando para buscar soluciones cada vez más atractivas y, por supuesto, sostenibles. Sus esfuerzos se centran ahora en mejorar los procesos productivos y en reducir el material empleado, para seguir disminuyendo la huella de carbono.
La industria metalgráfica es un sector que invierte en verde y promueve el reciclaje como parte de su estrategia para contribuir a un futuro más sostenible. Un buen ejemplo de ello es la campaña “El metal se recicla para siempre” que ha puesto en marcha AME, con el objetivo de informar y concienciar al consumidor final sobre las ventajas de usar envases y cierres metálicos y fomentar el reciclaje de estos residuos en el contenedor amarillo para que, así, pueda entrar en el ciclo de la economía circular.