España se convirtió el año pasado en el quinto país de la UE que más aumentó las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes del uso energético por la quema de combustibles fósiles (petróleo y derivados, gas natural y carbón), con una subida de un 3,5% en comparación con 2021.
En el conjunto de la UE -excepto Suecia- se emitieron 2,4 gigatoneladas, lo que supone un descenso de un 2,8% con respecto a 2021, según datos de Eurostat.
Las emisiones de CO2 a la atmósfera derivadas del uso de la energía contribuyen en gran medida al calentamiento global y representan alrededor del 75% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por los seres humanos en la UE.
La combinación de combustibles, estándares de vivienda, crecimiento económico, tamaño de la población, transporte y actividades industriales son algunos factores que influyen en las emisiones de CO2 en el uso de la energía.
Esas emisiones se generan en el país donde se queman combustibles fósiles para generar electricidad, transporte, producción de acero, etc. En consecuencia, las importaciones y las exportaciones de productos energéticos tienen un impacto sobre el país en el que se utilizan combustibles fósiles. Por ejemplo, si el carbón se importa para generar electricidad supone un incremento, mientras que si la electricidad es importada no tiene ningún efecto en el país importador y repercute en el exportador.
Según de Eurostat, las emisiones de CO2 derivadas del uso territorial de la energía disminuyeron el año pasado en 17 países de la UE, sobre todo en Países Bajos (-12,8), Luxemburgo (-12,0%), Bélgica (-9,7%) y Hungría (-8,6%).
Por el contrario, aumentaron en nueve países, concretamente Bulgaria (12,0%), Portugal (9,9%), Malta (4,1%), Estonia (3,9%), España (3,5%), Grecia (3,3%), Chequia (3,2%), Croacia (0,8%) y Chipre (0,2%).
Redacción (Agencias)