El aumento global de temperatura asociado al cambio climático dibuja una situación crítica para las estaciones de esquí españolas, que, en ante un incremento de entre 2 y 4 grados por encima de niveles preindustriales, quedarían a expensas de la nieve artificial, con el consiguiente gasto en agua y energía que requiere producirla.
Esta es una de las conclusiones del estudio publicado hoy en la revista Nature Climate Change, el más completo hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en 2.234 estaciones de esquí europeas, que en total suman 984 kilómetros cuadrados de pistas, la mitad de la extensión existente en todo el mundo.
La investigación ha analizado, entre otros, el volumen de nieve normal y artificial, en caso de que se haya recurrido a ella, que han necesitado las estaciones de esquí europeas para operar entre 1961 y 1990, en el marco del aumento de temperatura global de 0,6 grados que ha tenido lugar en este periodo de tiempo.
Partiendo de esa referencia, los científicos han hecho proyecciones de qué ocurriría con incrementos globales de 2 y 4 grados, los valores a los que nos dirigimos si no se produce un descenso drástico de emisiones de CO2 en las dos próximas décadas.
La conclusión es clara: más de la mitad de las pistas de esquí europeas no contaría con nieve propia suficiente para operar a partir de 2 grados de aumento de temperatura, y el porcentaje se eleva hasta un 98% si llegásemos a un incremento de 4 grados, respecto a niveles preindustriales.
Los científicos recuerdan que en el momento en el que una pista de esquí necesita más del 25% de nieve artificial para operar, la demanda de agua y electricidad para crear y mantener esa nieve se dispara, multiplicando notablemente la huella de carbono por cada esquiador y poniendo en jaque la viabilidad del turismo de nieve en esas circunstancias.
En el caso de las estaciones españolas, la demanda de agua y electricidad para producir nieve artificial crecería un 10% anualmente si la temperatura global sube más de 2 grados y un 20% anual si sobrepasa los 4 grados.
El aumento de la demanda energética dispararía la huella de carbono por esquiador, que crecería un 13% en un contexto de 2 grados más, y en un 25% si fueran 4 grados.
El estudio, liderado por Hugues François, ingeniero del Instituto de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente de Francia, pretende ofrecer información y proyecciones detalladas al sector turístico y a los gobiernos europeos, que, según los investigadores, deben de ir buscando alternativas económicas para aquellas zonas dependientes de los deportes de invierno, ya que el coste energético e hídrico de mantener las pistas podría ser insostenible.
Redacción (Agencias)