Según el último informe PISA 2022, la comprensión lectora de los alumnos españoles cae catorce puntos con respecto a 2012. El informe PIRLS 2021 ya apuntaba que, en solo cinco años, los alumnos españoles de nueve a diez años habían empeorado siete puntos en comprensión lectora. ¿Se puede trabajar desde casa para reforzar la comprensión lectora? Los expertos recuerdan la importancia de retomar y potenciar la lectura compartida, una técnica que, pese a contar con el beneplácito de los académicos desde hace más de treinta años, «aún no tiene el lugar que se merece en muchos hogares«, considera Llorenç Andreu, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y líder del Grupo de Investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL) del NeuroDevelop eHealth Lab, adscrito al eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
El lector experto moldea y motiva
Para Andreu, la lectura compartida es «la interacción que se crea entre un niño que está aprendiendo a leer y otra persona que ya lee correctamente, ya sea otro niño más mayor, un familiar o un maestro». De esta manera, como incide Andreu, el lector experto moldea, motiva y guía al novel para que mejore su comprensión lectora y fluidez lingüística.
No obstante, hay muchas maneras de practicar la lectura compartida. «Tenemos la más espontánea, cuando el padre o la madre se sientan a leer con sus hijos antes de dormir; o la más estructurada, con un libro que incluya instrucciones de cómo leer y preguntas para hacer al niño con el fin de que interactúe con el texto». Y aunque la primera opción tiene muchos efectos positivos para el menor, con la segunda se consiguen efectos contundentes para el desarrollo de la lectura. «Es una lectura más pautada y consciente tanto para el niño como para quien lo guía. Se crea un vínculo, es un momento en el que los adultos hablan con los niños y comparten una historia, y eso anima a los más pequeños a comprender y responder. Y es así como interactúan con el lenguaje», añade Howard Goldstein, vicedecano y profesor de Ciencias de la Comunicación y Trastornos de la Comunicación en la Universidad del Sur de Florida (Tampa, EE. UU.) y doctor en Psicología del Desarrollo y Discapacidad Intelectual por la Universidad Vanderbilt (Tennessee, EE. UU.), que estuvo invitado a una ponencia de la UOC el pasado noviembre.
Story Friends, un ejemplo de lectura compartida
Los primeros estudios sobre lectura compartida nacen en la década de los 80, principalmente en países de habla anglosajona. En Estados Unidos, esta corriente empezó a coger fuerza en la década de los 90 y hoy son muchos los investigadores que tienen como línea de estudio la lectura compartida. Goldstein es uno de ellos. En 2016 publicó Story Friends, un programa de intervención lingüística que está formado por 26 libros.
Su objetivo, como explica el autor para la UOC, es la ampliación del vocabulario del niño o niña. En las páginas de los libros, los niños descubren palabras a través de ilustraciones, textos rimados (para facilitar la memorización del vocabulario), sonidos y varios componentes interactivos. Además, cada capítulo tiene actividades a modo de prueba. Para Goldstein, es vital que el niño o niña en edad de alfabetización aprenda un abanico amplio de vocabulario. Según él, las condiciones económicas de las familias y la educación de los padres suelen estar relacionadas con la cantidad y la calidad de las experiencias lingüísticas de los niños en los hogares. «Cuando los niños tienen cuatro años y pueden optar a servicios preescolares subvencionados o gratuitos en Estados Unidos, la diferencia es de treinta millones de palabras. No hay suficiente tiempo al día en uno o dos años para compensar una disparidad tan grande en la experiencia del lenguaje si no es mediante estas técnicas».
Problemas de comprensión lectora: no se ven, pero están
Al no tener ninguna afectación física visible, «los problemas de comprensión lectora son más difíciles de diagnosticar. Los efectos de una comprensión lectora pobre tienen un impacto importante en la vida y el desarrollo de la persona», asegura el profesor de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
En esta línea también se posiciona Goldstein, quien señala que «una pérdida de competencia lectora también afecta a cómo uno expresa sus emociones. Si se lee poco, la capacidad de expresión y de comprensión también merma. El lenguaje es una herramienta de regulación emocional y expresión; por lo tanto, de forma más indirecta, también afecta en el terreno psicológico y emocional».
Predicar con el ejemplo
Las nuevas tecnologías, con su inmediatez y entretenimiento constante, llevan años calando en el desarrollo lingüístico de los niños y adolescentes. Y como reconocen estos expertos, lo único que los años de la COVID-19 hicieron fue acelerar y agravar este problema. Aparte de la detección temprana —la eterna panacea de toda enfermedad o trastorno—, los expertos recuerdan la importancia de crear afición por la lectura. «El gusto por la lectura se debe crear mucho antes de que los niños lean. Obviamente, un libro no tiene la estimulación que tiene un móvil; leer requiere esfuerzo, pero es importante que se generen estos hábitos desde bien pequeños», recuerda Andreu.
Y el secreto para remar a favor de la lectura y apartar a los niños de las pantallas está en que los adultos sean unos buenos referentes y que también se aparten de esas mismas pantallas. «Los adultos, o la sociedad en general, forman una parcela que nos afecta a todos y todos debemos predicar con ejemplo», asevera Andreu. Y razón no le falta: más de un tercio de los españoles (35,2 %) siguen sin leer nunca o casi nunca. No obstante, como recuerda este experto, la lectura compartida ha ganado seguidores en los últimos años. Ahora son muchos los colegios o las bibliotecas públicas españolas que apuestan por ella. Existe la figura de los expertos noveles o padrinos de lectura que, como explica Andreu, «son niños de cursos superiores que dedican unas horas cada semana a leer con otro que está aprendiendo». Habrá que esperar para saber cuáles son los resultados de estas incursiones, pero, como reconocen estos dos expertos, la alfabetización empieza en casa.