Es una de las conclusiones que se extraen de un estudio realizado por la Universidad de Córdoba, el Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia y la Universidad Católica de Chile.
El estudio ahonda en analizar el comportamiento de defensa en adolescentes y su relación con el ajuste social y normativo y la percepción de popularidad entre los iguales. Los investigadores han llevado a cabo un análisis exhaustivo para romper con la idea de que ser defensor o no defensor es un rol estanco. Es por ello que exploraron diferentes trayectorias que les ayudasen a comprender los comportamientos de defensa: aquellos que siempre defienden, los que nunca lo hacen y, sobre todo, por qué se comienza a defender o por qué se deja de hacerlo.
Los resultados han confirmado esas tendencias de cambio y han resaltado la importancia de romper con la idea clásica de que la defensa es un rol estático en el tiempo. Después de una recogida de datos a través de cuestionarios y encontraron cuatro trayectorias para describir la defensa.
- La que se mantiene estable en niveles altos de defensa.
- La que desciende en niveles altos de defensa.
- La que aumenta en niveles altos de defensa.
- La que se mantiene en el nivel bajo de defensa a lo largo de la trayectoria.
Con los resultados de la investigación sobre la mano, la mayoría de los adolescentes, el 84%, defienden a las víctimas de acoso de forma sostenida en el tiempo. Sin embargo, es cierto que hay un porcentaje de escolares que no defendían y comienzan a hacerlo, el 5%, con el tiempo.
Los defensores
Para comprender lo que ocurre y estimular la promoción de conductas defensivas, el estudio de la Universidad de Córdoba ha analizado la asociación de las diferentes trayectoria de la defensa en relación con otras tres variables referentes a la gestión de las relaciones con los iguales:
- Ajuste normativo: comportamiento ético y responsable.
- Ajuste social: implica estar integrado dentro del grupo.
- Popularidad autopercibida: alude a la propia posición social de visibilidad e influencia que cree tener el adolescente dentro del grupo.
Los integrados
El grupo de los que se mantienen estables en niveles altos de defensa era también estable en esas tres dinámicas sociales que acabamos de mencionar. Por otro lado, quien dejaba de defender a su vez muestra una tendencia a dejar de ajustarse a las normas sociales, y el que empieza a defender se comienza a sentir más integrado dentro del grupo y en una posición de influencia que le permite hacer algo para cambiar la situación de acoso que sufre alguno de sus iguales.
De este modo, para aumentar la defensa es necesario que el adolescente sienta que forman parte de un grupo que hay que cuidar y proteger y que también tiene cierto liderazgo y legitimidad. Según los investigadores, estos resultados permiten seguir estimulando respuestas educativas basadas en la ética del cuidado.
Redacción.