Desde hace milenios el ser humano practica el ayuno con fines médicos, culturales o religiosos, pero, a día de hoy, todavía no se conocen bien sus efectos en el organismo. Ahora, un estudio realizado con una docena de voluntarios ha arrojado luz sobre las consecuencias de ayunar.
La investigación revela que el cuerpo experimenta cambios significativos y sistemáticos en múltiples órganos durante periodos prolongados de ayuno y que, aunque ayunar beneficia al organismo, los cambios positivos para la salud sólo se producen tras tres días sin comer.
Desde la antigüedad, el ayuno se ha utilizado para tratar enfermedades como la epilepsia o la artritis reumatoide, pero sin conocer bien el mecanismo. Ahora, gracias a las nuevas técnicas, los investigadores pueden medir las proteínas que circulan por la sangre, lo que permite estudiar sistemáticamente y con gran detalle las adaptaciones moleculares al ayuno en humanos.
Para hacer el estudio, el equipo hizo seguimiento de doce voluntarios sanos que participaron en un ayuno de siete días en los que solo tomaron agua. Todos ellos fueron sometidos a un estrecho seguimiento diario para registrar los cambios en los niveles de unas 3.000 proteínas en sangre antes, durante y después del ayuno. Al identificar qué proteínas intervienen en la respuesta del organismo, pudieron predecir los posibles efectos del ayuno prolongado sobre la salud integrando información genética procedente de estudios a gran escala.
Como era de esperar, los investigadores observaron que el organismo cambiaba de fuente de energía -de la glucosa a la grasa almacenada en el cuerpo- en los dos o tres primeros días de ayuno. Los voluntarios perdieron una media de 5,7 kg tanto de masa grasa como de masa magra (órganos, músculos y huesos). A los tres días de ayuno, el peso se mantuvo: la pérdida de masa magra se invirtió casi por completo, pero la masa grasa se mantuvo.
Redacción (Agencias).