Roma firma «el pacto de la carbonara»

La ‘carbonara’, uno de los platos de pasta más emblemáticos de la cocina romana, se ha convertido en un símbolo de lucha contra la especulación con vistas al Jubileo, el Año Santo que se inaugura el próximo 24 de diciembre y en el que se espera que lleguen a Roma unos 30 millones de peregrinos.

Guanciale (que no bacon).
Y si lleva nata, no es carbonara.

‘El pacto de la carbonara’ es la particular propuesta lanzada por una asociación de consumidores italiana con el fin de evitar que los restaurantes de Roma caigan en la tentación de inflar el precio de este popular y asequible plato, elaborado con ingredientes básicos: pasta, queso, huevo, guanciale y pimienta negra.

«La carbonara siempre ha costado unos 7 u 8 euros, es un plato económico. Ahora no se encuentra por menos de 10 y en el centro histórico en algunos restaurantes cuesta hasta 16″, explica el presidente de ‘Consumerismo’, Luigi Gabriele. Con esta iniciativa, la asociación, pretende que la ‘carbonara’ no supere en ningún caso los 12 euros en los locales romanos y reclama a la Administración Pública que regule los precios en la restauración para evitar especulaciones. Por todo eso, insta a los consumidores a no aceptar esos precios y a hacer «todo lo que puedan, como por ejemplo dejar malas reseñas de los locales que especulen».

Gabriele teme que la afluencia de turistas y peregrinos resulte demasiado tentadora para algunos restaurantes y que el precio de este emblemático plato de la cocina romana pueda llegar a costar 20 euros durante el Jubileo.

Esto es un café «affogato»:
helado de vainilla + café espresso

Los precios en la hostelería ya aumentaron de forma exponencial tras la pandemia, no solo de la ‘carbonara’, también el de otros platos y comidas representativas de la gastronomía italiana como la pizza, la ‘amatriciana’ (pasta, tocino, tomate, queso y guindilla), el helado o el café. Una subida que tiene su impacto no solo en los visitantes, sino también en los propios ciudadanos.

Con el Jubileo, teme que la situación empeore, especialmente en la zona del Vaticano donde precisa que los precios son ya más elevados respecto a otras zonas de la ciudad: «Un café cuesta 3,50 euros», exclama indignado.