Hasta siempre, Marisa Paredes

El cine español pierde a una de sus grandes estrellas. Marisa Paredes, actriz emblemática cuya carrera abarcó más de seis décadas y que brilló como musa indiscutible de Pedro Almodóvar, ha fallecido a los 78 años. Paredes no solo dejó un legado interpretativo extraordinario, sino que también fue un símbolo de compromiso, libertad y entrega absoluta al séptimo arte.

Una carrera marcada por la grandeza

Nacida en Madrid en 1946, Marisa Paredes comenzó su andadura en el cine siendo apenas una adolescente. Su primera etapa estuvo vinculada al cine español de los años 60, donde destacó en títulos como 091 Policía al habla (1960) de José María Forqué y El mundo sigue (1965), dirigida por Fernando Fernán Gómez.

Sin embargo, fue a partir de los años 80 cuando Paredes alcanzó su consagración internacional de la mano de Pedro Almodóvar. La actriz y el cineasta forjaron una de las relaciones artísticas más icónicas de la historia del cine español, que la convirtió en símbolo del universo almodovariano. Trabajaron juntos por primera vez en Entre tinieblas (1983), donde Marisa ya desplegaba esa elegancia y fuerza emocional que serían su sello distintivo.

Su colaboración alcanzó la cima con títulos inolvidables como Tacones lejanos (1991), donde interpretó a una diva de la canción marcada por una relación compleja con su hija, o La flor de mi secreto (1995), donde Paredes dio vida a una escritora atormentada y vulnerable. Estas interpretaciones, intensas y memorables, consolidaron su posición como una de las grandes damas del cine europeo y le valieron el aplauso unánime de crítica y público.

Pero si hay una película que marcó un punto de inflexión fue “Todo sobre mi madre” (1999), la obra maestra de Almodóvar ganadora del Oscar, donde Paredes encarnó a una actriz teatral con una vida envuelta en secretos y desencuentros. Su interpretación, magistral, quedó grabada para siempre en la memoria de los espectadores.

“Marisa era mi amiga, mi cómplice y mi actriz. Con ella, podía escribir mujeres que desbordaban emoción y verdad”, confesó en más de una ocasión Pedro Almodóvar.

Reconocimientos y su compromiso con la cultura

Marisa Paredes no solo fue una de las actrices más internacionales del cine español, sino también una defensora incansable de la cultura y del cine como herramienta de transformación. Su labor fue reconocida con importantes premios, entre ellos el Premio Nacional de Cinematografía en 1996, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2007 y el Goya de Honor en 2018, galardón con el que la Academia rindió homenaje a toda su trayectoria.

Además, entre 2000 y 2003, Paredes presidió la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Durante su mandato, defendió con valentía la libertad de expresión y criticó abiertamente la guerra de Irak en la gala de los Goya de 2003, donde su discurso quedó grabado como un acto de dignidad y compromiso. “Un país sin cultura es un país sin alma”, decía con rotundidad.

Un legado que traspasa fronteras

Marisa Paredes supo compaginar el cine español con una exitosa carrera internacional. Actuó en producciones como “La vida es bella” (1997), el filme de Roberto Benigni que la llevó a las puertas de Hollywood, o “El espinazo del diablo” (2001) de Guillermo del Toro, en la que dejó otra interpretación inolvidable. Su presencia en el cine francés también fue relevante, siendo reconocida con la Grande Médaille de Vermeil de la Ville de Paris en 2010.

Pero más allá de los premios y los títulos, Marisa Paredes será recordada por su mirada intensa, su voz inconfundible y su capacidad para llenar la pantalla con una mezcla única de fortaleza y fragilidad. Supo interpretar a mujeres complejas, magnéticas y profundamente humanas.

Despedida a una dama del cine

La muerte de Marisa Paredes deja un vacío inmenso en el cine español y europeo. Actores, directores y amantes del cine lloran su partida, pero celebran una vida dedicada por completo a la interpretación. Desde “Tacones lejanos” hasta “Todo sobre mi madre”, pasando por innumerables papeles en teatro, televisión y cine, Paredes nos deja un legado que perdurará en el tiempo.

Marisa Paredes no se ha ido: sigue viva en cada fotograma, en cada frase pronunciada con su inconfundible voz y en el recuerdo de aquellos que la vieron brillar, inigualable, bajo las luces del escenario.

Una actriz eterna. Una musa inmortal.

Redacción.