El escritor mejicano Carlos Fuentes, una de las principales plumas del «boom» latinoamericano», ha muerto este martes a los 83 años, dejando un gran hueco en las letras hispanas que será difícil de reemplazar. El autor de obras como «La muerte de Artemio Cruz» (1962), «Gringo Viejo» (1985) o «Terra Nostra» (1975) pereció a las 12.15 hora local (17.15 GMT) en un hospital del sur de la capital mejicana, donde había sido ingresado de urgencia.
El premio Nobel de Literatura de 2010, el peruano Mario Vargas Llosa, ha asegurado que Fuentes «deja una obra enorme que es un testimonio elocuente de todos los grandes problemas políticos y realidades culturales de nuestro tiempo«. Además, el presidente de Méjico, Felipe Calderón, ha calificado al escritor, ante todo, como un «escritor y mejicano universal».
La obra de Fuentes incluye también títulos como «La región más transparente» (1958), «La silla del Águila» (2003) y «La voluntad y la fortuna» (2008), sobre la violencia ligada con el narcotráfico. Además el autor dejó prácticamente listos para su publicación dos trabajos más, un ensayo centrado en personas que más influyeron y ya fallecidos, y una novela que verá la luz en noviembre, «Federico y su balcón«.
Aunque nunca consiguió el preciado Nobel, Carlos Fuentes recibió en 1994 el premio Príncipe de Asturias y en 1987 el Cervantes, entre otros galardones. El director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, ha afirmado que la muerte de Carlos Fuentes supone «la pérdida de una figura irreemplazable». Eso sí, entre los pésames difundidos públicamente destacada el de la afectada Chavela Vargas, amiga del autor, quien en un mensaje a través de Twitter sólo ha sido capaz de decir, por la tristeza y la emoción de la pérdida: «Silencio, por favor: mi gran amigo Carlos Fuentes se fue».
Redacción (Agencias)