Con la fantasía del rock de los años 80 por bandera, el ánimo retrospectivo del último trabajo de Dua Lipa («Future Nostalgia») baña también el retorno a la música de Miley Cyrus, quien, tras un período de reconstrucción discográfica y personal, abraza el relato de otras mujeres fuertes de la música pese a las grietas.
De la mano de sus grandes iconos (Stevie Nicks, Joan Jett y Debbie Harry… también Billy Idol), la estadounidense ya ha publicado «Plastic Hearts» (Sony Music), su séptimo álbum de estudio, que quizás no añade mucho al mundo del pop, por su condición de tributo a una época pasada, ni alcanza el tono prometedor del primer sencillo, «Midnight Sky», pero que se bebe sin esfuerzo y devuelve a la artista como una locomotora.
Tras el fuego que en 2018 asoló su hogar y el material grabado, llegó su divorcio del actor Liam Hemsworth y hubo de replantear también las letras. Para más inri, tuvo que posponer toda grabación por una operación en las cuerdas vocales y reconoció una relación poco equilibrada con el alcohol.
Recobrada, con la voz arañando la carretera en prácticamente cada corte, Cyrus se aferra con fuerza al espíritu de las musas de este álbum, mujeres fuertes y autosuficientes que no ocultan sus heridas ni sus deseos, como Debbie Harris, Stevie Nicks y Joan Jett, la primera de manera testimonial (en una versión de «Heart of Glass»), las otras dos con una presencia activa.
Y aún quedan sorpresas entre los temas extras de las ediciones ampliadas, como sus versiones de «Heart of Glass» y «Zombie» de The Cranberries o la remezcla junto a Stevie Nicks de «Midnight Sky» que dio en llamar «Edge of Midnight». Un lujo.
Redacción (EFE)