Hoy 7 de septiembre es el Día Internacional del Aire Limpio y un estudio confirma que el aire en espacios cerrados puede ser igual o más perjudicial que el del exterior. Los ciudadanos nos pasamos el 90% de nuestras vidas en espacios cerrados (como el trabajo, escuela, hogar, gimnasio, entre otros) y este aire puede ser dañino a pesar de no estar en contacto directo con la contaminación externa.
Los contaminantes del interior de las viviendas provienen de la actividad habitual de los individuos como por ejemplo la contaminación proveniente del humo, el vapor de cocina, los productos de limpieza y, de acuerdo con el informe elaborado por el grupo empresarial Aire Limpio esto supone un “importante riesgo” por la “alta presencia de contaminantes”.
En las sociedades modernas este es un asunto cada vez más preocupante ya que es un problema que tenemos que combatir por el peligro que supone para la salud.
Hoy día nueve de cada diez personas del planeta respiran aire contaminado y siete millones mueren anualmente por este motivo, cifras cada vez más preocupantes. En España los datos apuntan a diez mil ciudadanos y, la ONU describe dos tipos de contaminantes: primarios y secundarios.
Entre los primarios, señala los óxidos de azufre y de nitrógeno, el monóxido de carbono, los aerosoles, los hidrocarburos, los halógenos y derivados, el arsénico y sus derivados, ciertos componentes orgánicos, los metales pesados y las partículas minerales; mientras que, entre los secundarios, enumera el ozono, los sulfatos, los nitratos, los aldehídos, las cetonas, los óxidos, el peróxido de hidrógeno y los radicales libres.
Respecto a las partículas en suspensión afirma que «abarca un amplio espectro de sustancias orgánicas e inorgánicas que se encuentran suspendidas en el aire» y cuya presencia achaca al uso masivo de combustibles fósiles y los sistemas de calefacción principalmente.
Las sustancias de este tipo afectan no solo al estado físico si no también el mental y psíquico de los individuos. Los síntomas pueden presentarse como dolores de cabeza, ansiedad, irritación, enfermedades respiratorias, entre muchos otros órganos que se pueden ver perjudicialmente dañados por la exposición constante y a largo plazo.
La mala calidad del aire es el responsable del 43% de los fallecimientos por enfermedad obstructiva crínica (EPOC), del 29% por cáncer de pulmón y del 24% por cardiopatías.
Además, la mortalidad en ciudades con niveles elevados de contaminación es entre un 15 y un 20 % superior a la registrada en ciudades más limpias y, aún mayor, en los entornos rurales.
Las Naciones Unidas han centrado el tema del día internacional de este año con la etiqueta #ElAireQueCompartimos, recordando la «naturaleza transfronteriza» de la contaminación atmosférica y subrayando la necesidad de asumir responsabilidades y tomar medidas colectivas.
Ello implica reforzar la cooperación internacional y regional de una forma «inmediata y estratégica» para una aplicación más eficaz de las políticas y medidas de mitigación que permitan hacer frente a la contaminación atmosférica, según detalla la ONU en su propia web.
Redacción (Agencias)