Un nuevo estudio liderado por científicos españoles ha indicado que la mayor parte de los suelos que mantienen los niveles más altos de biodiversidad y servicios ecosistémicos no cuentan con un nivel adecuado de protección.
El trabajo ha sido publicado por la revista Nature y liderado por el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNAS-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La investigación es la primera estimación global de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo.
UN ESTUDIO A NIVEL MUNDIAL
El estudio ha identificado en los trópicos, América del Norte, el norte de Europa y Asia los puntos calientes de los ecosistemas que deberían tener la máxima prioridad para la conservación de la naturaleza del suelo.
Para evaluar los puntos calientes globales, el equipo ha incluido más de 10.000 observaciones de biodiversidad (invertebrados, hongos, protistas, bacterias y arqueas) y de indicadores de servicios ecosistémicos en 615 muestras de suelo de todos los continentes.
Los científicos han comparado estos puntos prioritarios con las áreas que ya están protegidas y, de este modo, han descubierto que la mitad de ellos no están actualmente bajo ninguna forma de conservación de la naturaleza.
«Las zonas protegidas se han diseñado para proteger plantas, aves o mamíferos. Sin embargo, no tenemos claro si estas zonas protegidas son eficientes a la hora de conservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de nuestros suelos», según Manuel Delgado-Baquerizo, del IRNAS-CSIC.
El estudio sugiere que no se protegen de forma eficiente esos puntos calientes. «Cuando se diseñan zonas protegidas, es necesario considerar de forma explícita los suelos, su biodiversidad y los servicios que nos proporcionan, de forma que protejamos su capacidad de secuestro de carbono y la biodiversidad de los mismos», agrega el científico.
Los investigadores combinaron las observaciones para evaluar tres dimensiones ecológicas del suelo: la riqueza de especies, la singularidad de estas en cada región y los servicios ecosistémicos (como la regulación del ciclo del agua o el almacenamiento de carbono).
Los datos revelan que las diferentes facetas de la conservación del suelo alcanzan su punto máximo en distintos lugares del planeta, lo que hace difícil protegerlos a todos de forma simultánea.
Los ecosistemas templados muestran una mayor biodiversidad local del suelo (riqueza de especies del suelo); los más fríos se identifican como focos de servicios ecosistémicos del suelo, y los tropicales y áridos tienen las comunidades más singulares de organismos del suelo.
Los valores ecológicos del suelo «suelen pasarse por alto en las decisiones políticas y de gestión de la conservación de la naturaleza«. Este estudio demuestra dónde son más necesarios los esfuerzos para protegerlos, agrega Delgado-Baquerizo.
El suelo es un recurso todavía poco reconocido que alberga una biodiversidad inmensa y para preservar sus servicios ecosistémicos «es necesario conservar la diversidad propia de cada tipo de suelo, especialmente en las áreas más vulnerables a los previsibles«, indica Asunción de los Ríos, del MNCN-CSIC.
Pero además, indica César Plaza, del Instituto de Ciencias Agrarias (ICA-CSIC), los suelos también son vulnerables al cambio climático y a los usos que se les da, por lo que para conservar mejor sus valores ecológicos hay que saber dónde es más necesaria su protección.
«En el caso de las plantas y los animales que viven sobre el suelo, hace décadas se identificaron puntos calientes de biodiversidad. Sin embargo, hasta ahora no se había hecho ni se podía hacer una evaluación de este tipo para obtener los valores ecológicos del suelo», apunta Felipe Bastida, del CEBAS-CSIC.
Redacción (Agencias)