Oler todo el día a rosas sin necesidad de echarse una fragancia: basta con tomarse una pastilla. Ésta es la idea de la farmacóloga turca Gülsah Gedik, que ha desarrollado un método inspirado, curiosamente, en el penetrante olor que despide el cuerpo humano durante horas o días tras el consumo de ajo.
El modelo parece sencillo: un extracto natural de pétalos de rosa se condensa en forma de pastillas que, tras ser ingeridas, desarrollan en el organismo un efecto oloroso que se transmite por los poros de la piel.
Asegura que tiene intención de «lanzar el producto al mercado en breve», pero matiza que aún está en fase de solicitar la patente, «por lo que todavía no se puede llamar invento».
El proyecto del perfume de rosas parte de un afán de revivir el cultivo de rosales para fines cosméticos, en épocas otomanas una importante industria en Tracia y Bulgaria meridional.
El proyecto empezó con el intento de desarrollar un extracto sólido de pétalos de rosa con propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Durante el proceso, la investigadora se empezó a interesar por la posibilidad de potenciar el volumen de químicos responsables de la fragancia a rosa.
La idea de crear una sustancia que permita liberar esta fragancia a través de los poros de la piel se inspira en el proceso bioquímico que provoca el característico olor a ajo no solo en el aliento, sino incluso en el sudor de las personas que horas antes consumieron ese bulbo blanco de sabor intenso.
Redacción (Agencias)