Paul Simon se convirtió en el primer artista internacional en actuar en Johannesburgo, Sudáfrica, tras el levantamiento del boicot cultural impuesto por la ONU, El 11 de enero de 1992. Aunque su objetivo era simbolizar el fin del aislamiento cultural impuesto por el apartheid, el concierto estuvo marcado por la controversia. La mayoría de los asistentes fueron jóvenes blancos, ya que la población negra no podía permitirse la entrada ni acceder al estadio debido a la falta de recursos o transporte. Mientras tanto, grupos de manifestantes negros protestaban contra la presencia de Simon, exigiendo que se mantuviera el boicot hasta que un gobierno de mayoría negra tomara el poder.
Durante más de cuatro décadas, Sudáfrica vivió bajo el régimen del apartheid, que otorgaba privilegios a la minoría blanca y marginaba a la mayoría negra. La ONU impuso un boicot cultural en 1980, instando a los artistas a evitar el país hasta que la situación cambiara. Aunque en 1991 se levantó este boicot, la visita de Simon en 1992 fue muy polémica, especialmente debido a su violación del boicot en 1985, cuando grabó su famoso álbum Graceland con músicos sudafricanos, lo que generó fuertes críticas a nivel internacional. El artista fue declarado persona «non grata».
La visita de Paul Simon en 1992 fue vista por algunos como una afrenta, ya que muchos consideraban que el levantamiento de las sanciones internacionales era prematuro. De hecho, poco después de su llegada, estallaron dos granadas en Johannesburgo cerca de las oficinas de la compañía organizadora de la gira, y en las inmediaciones del estadio Ellis Park, donde Simon daría el concierto, se produjeron protestas violentas. Muchos consideraban que el boicot debía mantenerse hasta que el sistema de apartheid fuera completamente desmantelado.
A pesar de la controversia, el concierto de Simon fue histórico, ya que permitió que más de 40,000 personas, principalmente blancas, disfrutaran de la actuación. Sin embargo, Simon fue duramente criticado, especialmente por aquellos que consideraban que su presencia en Sudáfrica era inapropiada en ese momento. Años más tarde, el artista reconoció que la intensidad de las críticas lo sorprendió, aunque defendió su decisión, señalando que su trabajo era promover la música, no la política. La transición hacia el fin del apartheid ocurriría en 1994, dos años después de su controvertido concierto.
Redacción (Agencias).