Alejandro Sanz vuelve a trasladar su esencia al mundo de la música y ha presentado Sirope, su nuevo álbum de estudio y su creación «más personal», con la que el artista ha conseguido «cosas que llevaba mucho tiempo buscando en un disco».
El Museo Nacional Reina Sofía de Madrid ha acogido este mediodía la presentación de “Sirope”, su undécimo, álbum, un trabajo en el asienta los pies y las manos del otro lado del Atlántico (no la voz, que sigue siendo flamenquita), pero en un tono marcadamente más norteamericano y no tan caribeño, flotando entre el jazz (con una sección de vientos procedente de Filadelfia), el «r&b», el «bluegrass» y el funk.
De hecho, explica, «‘Sirope’ es un grito de guerra a lo James Brown«, que bebe sobre todo del músico de Carolina del Sur en temas como «La guarida del calor«, que se refiere a un almacén donde se junta a tocar «jam sessions» con amigos como Juanes o Lenny Kravitz y en el que están prohibidas las versiones.
En realidad, todo el álbum ha sido planteado para sacarse también a sí mismo de ese espacio de comodidad, trabajando sobre las líneas de bajo y el diseño de la batería como punto de partida, lo que ha dado lugar a un disco diferente de los previos «Paraíso Express» (2009) o «La música no se toca» (2012).
Pero «Sirope», como ha añadido, también es «jarabe y almíbar», porque, «cuando uno es padre, se azucara un poco, las prioridades cambian y se pretende que la sociedad sea más favorable y amable para ellos». Pero este sirope es de «fresa ácida» y, por mucho que evite meterse en viejos charcos como el de su polémica con Venezuela, en realidad con el gobierno encabezado por Nicolás Maduro, ahí ha colado un tema titulado «No madura el coco».
En verano, de gira por España
El 30 de julio inicia en Córdoba una gira sobre la que hoy ha preferido mantener las incógnitas y que parará el 1 de agosto en Algeciras (Cádiz), la tierra de su padre, el lugar donde vio su primer concierto, «uno de Joan Manuel Serrat», y donde, durante una actuación de su malogrado amigo Paco de Lucía, al que también dedica el álbum, soñó con subirse a un escenario.
Hoy en Madrid, a donde volverá para actuar los días 8 y 9 de septiembre, tan cerca de las pinturas de Picasso y Dalí, este doctor honoris causa por la Berklee College of Music se ratifica en la decisión que tomó hace más de una década: «Amo la música por encima de todo, es mi forma de expresarme y de entender la vida. No sé vivir sin ella y es lo que haré hasta el día que me muera»
Redacción (Agencias)
Imagen: Julián Garvín