Grandes, pequeñas, anchas, estrechas, largas o cortas, caídas, chatas, aguileñas, protuberantes o prominentes. Los humanos heredan la forma de la nariz de sus padres, pero en última instancia, depende de un largo proceso de adaptación a nuestro clima local, según un equipo internacional de investigadores.
Los investigadores han estudiado la distribución espacial de estos rasgos y los correlacionaron con las temperaturas y la humedad locales. Las personas con fosas nasales más estrechas probablemente evolucionaron y tuvieron más descendencia que las personas con fosas nasales más anchas en climas más fríos, lo que llevó a una disminución gradual de la anchura de la nariz en las poblaciones que viven lejos del ecuador.
Con el tiempo, el tamaño de la nariz en el grupo se reducirá en relación con otros grupos en los que se da prioridad a las narices grandes. Estas nociones de belleza pueden estar vinculadas a lo bien adaptada que está la nariz al clima local. La selección ecológica y la selección sexual podrían reforzarse entre sí, según los investigadores.
Redacción (Agencias)